Culo veo, culo quiero. Con ganas de llevarme todo, al final no llevamos nada... porque te fajan con el precio, escucháme no hay derecho de pagar eso. Pero me fui tranquila, era saciar ese deseo de lo inalcanzable. Eso que parece estar tan lejos y adoramos tanto. Ahí estaba.
Y nos fuimos caminando, charlando de la vida como siempre. Esta vez con golosinas argentas en los pensamientos, reflexionamos sobre nuestra infancia. Cómo fue la tuya?
En mi vida había escuchado que una infancia fuera "aburrida". Así la recuerda mi novio. Cómo nos reímos. El ya nació viejo como la película "El curioso caso de Benjamin Button". No jugaba a nada que le preguntes, miraba la vida pasar por la ventana como un anciano. Nunca podía hacer nada de todo lo que los niños comunes y corrientes hacían. Sufría de soledad y aburrimiento crónico.
Y si pensaba en mi infancia no era todo diversión. Si bien mi madre me pintaba un mundo de fantasías y lo hacía excelente, también me recuerdo con miedo. Siempre como maleta de loco de acá para allá. Ser hija de padres separados te agota che. Tenés que estar dividiéndote un poco con tu madre un poco con tu padre. Y en ese ir y venir me fui convirtiendo en una pequeña paloma mensajera: "Decile a tu papá que..." y del otro lado "Decile a la loca de tu madre que…" y después "Pero le dijiste a tu papá que…" y yo: "Mi mamá dice que el otro dice que el otro dijo lo que vos dijiste" y muchas veces no me animaba a hablar. Por eso habré estudiado comunicación?
Detrás de todo adulto vive un hermoso niño interior. Mi niña interior siempre estuvo "tironeada". Recuerdo cuando iba a la primaria y amanecía bien temprano para que mi abuela y mi tía abuela me peinen antes de que el transporte me buscara, no te puedo explicar el dolor que me generaba en el cráneo cuando ellas me tiraban el pelo, una de cada lado, para hacerme dos prólijas y tirantes trenzas mojando el peine en agua. Ese simple recuerdo grafica mis tirones. Antes de partir, ponerse el uniforme recién planchado (que no se me arrugara ni un poco porque claro ellas habían gastado mucha luz usando la plancha) y luego tomar el tazón de leche (tomarse hasta la última gota sin dejar nada porque claro estaba muy caro todo). Como corresponde siempre la tomaba toda, cerraba los ojos y dejaba de respirar para no sentir el asco que me daba la "nata".
Con el pasar de los años, uno va logrando salir de ese lugar que ya nos es familiar y hasta cómodo. El lugar de tironeada lo fui llevando por mucho tiempo conmigo, como un atuendo cotidiano: tironeada entre lo que quería hacer y lo que tenía que hacer para complacer a los demás. De a poco uno se va desinhibiendo y un día ya no fui más una paloma mensajera sino la voz de mi propio mensaje. Y uno va aprendiendo a marcar límites frente a las demandas de los otros sin dejarse tironear.
A pesar de los tirones, vivía momentos de gran motivación inmersa en mi mundo de fantasías. Me encantaba jugar sola porque me disfrazaba de mujer grande y hablaba conmigo misma, me maquillaba, jugaba que manejaba mi auto, fumaba un cigarro que era un palo seco, abría mi cartera, me miraba en el espejito que llevaba adentro y conversaba conmigo, de pronto hacía monólogos de horas. Siempre mi personaje era una mujer independiente y trabajadora, llena de actividades. Y hoy, a un par de semanas de cumplir 28 años, puedo decir que mucho tengo que ver con esa mujer que jugaba a ser.
Me voy yendo. Que tengan una hermosa semana santa donde sea que estén. Y a sacar ese niño interior de adentro para sanarlo con amor y humor.
La risa es sagrada, hace que nos alegremos de estar vivos, la risa ilumina, la risa es tan curativa.
En mi vida había escuchado que una infancia fuera "aburrida". Así la recuerda mi novio. Cómo nos reímos. El ya nació viejo como la película "El curioso caso de Benjamin Button". No jugaba a nada que le preguntes, miraba la vida pasar por la ventana como un anciano. Nunca podía hacer nada de todo lo que los niños comunes y corrientes hacían. Sufría de soledad y aburrimiento crónico.
Y si pensaba en mi infancia no era todo diversión. Si bien mi madre me pintaba un mundo de fantasías y lo hacía excelente, también me recuerdo con miedo. Siempre como maleta de loco de acá para allá. Ser hija de padres separados te agota che. Tenés que estar dividiéndote un poco con tu madre un poco con tu padre. Y en ese ir y venir me fui convirtiendo en una pequeña paloma mensajera: "Decile a tu papá que..." y del otro lado "Decile a la loca de tu madre que…" y después "Pero le dijiste a tu papá que…" y yo: "Mi mamá dice que el otro dice que el otro dijo lo que vos dijiste" y muchas veces no me animaba a hablar. Por eso habré estudiado comunicación?
Detrás de todo adulto vive un hermoso niño interior. Mi niña interior siempre estuvo "tironeada". Recuerdo cuando iba a la primaria y amanecía bien temprano para que mi abuela y mi tía abuela me peinen antes de que el transporte me buscara, no te puedo explicar el dolor que me generaba en el cráneo cuando ellas me tiraban el pelo, una de cada lado, para hacerme dos prólijas y tirantes trenzas mojando el peine en agua. Ese simple recuerdo grafica mis tirones. Antes de partir, ponerse el uniforme recién planchado (que no se me arrugara ni un poco porque claro ellas habían gastado mucha luz usando la plancha) y luego tomar el tazón de leche (tomarse hasta la última gota sin dejar nada porque claro estaba muy caro todo). Como corresponde siempre la tomaba toda, cerraba los ojos y dejaba de respirar para no sentir el asco que me daba la "nata".
Con el pasar de los años, uno va logrando salir de ese lugar que ya nos es familiar y hasta cómodo. El lugar de tironeada lo fui llevando por mucho tiempo conmigo, como un atuendo cotidiano: tironeada entre lo que quería hacer y lo que tenía que hacer para complacer a los demás. De a poco uno se va desinhibiendo y un día ya no fui más una paloma mensajera sino la voz de mi propio mensaje. Y uno va aprendiendo a marcar límites frente a las demandas de los otros sin dejarse tironear.
A pesar de los tirones, vivía momentos de gran motivación inmersa en mi mundo de fantasías. Me encantaba jugar sola porque me disfrazaba de mujer grande y hablaba conmigo misma, me maquillaba, jugaba que manejaba mi auto, fumaba un cigarro que era un palo seco, abría mi cartera, me miraba en el espejito que llevaba adentro y conversaba conmigo, de pronto hacía monólogos de horas. Siempre mi personaje era una mujer independiente y trabajadora, llena de actividades. Y hoy, a un par de semanas de cumplir 28 años, puedo decir que mucho tengo que ver con esa mujer que jugaba a ser.
Me voy yendo. Que tengan una hermosa semana santa donde sea que estén. Y a sacar ese niño interior de adentro para sanarlo con amor y humor.
La risa es sagrada, hace que nos alegremos de estar vivos, la risa ilumina, la risa es tan curativa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario